Tema 1.17 Funciones de Asesoramiento
Yatzsiri Lira Munive
Junio 23, 2014
1. Territoriedad de la función
asesora
El concepto de mejora escolar ha
cambiado de perspectiva en los últimos años, desde las funciones que desempeñan
los agentes de apoyo externo a los centros escolares, pues ha variado de enfoque
sustancialmente. Las tareas y funciones son dimensiones instrumentales que
pueden marcar el curso de la labor del asesor.
Hablar de territoriedad de las
funciones de asesoramiento para la mejora de las instituciones educativas,
viene a decir que las tareas son poliédricas y la realidad compleja, con lo que
son los contingentes con el modelo de asesoramiento adoptado y con la capacidad
y circunstancias de cada centro concreto.
Por otro lado, el autor menciona que
lo primordial es que el centro se embarque en un proceso continuo de
autorevisión para la mejora, la función de asesoramiento es una pieza clave
como apoyo del mismo, pero no es fundamental ni tiene porqué personalizarse en
torno a una persona concreta. La función asesora posee principios básicos de
procedimiento u orientaciones estratégicas que van a marcar las funciones que
comienzan a despuntar desde la perspectiva de reestructuración de los centros
educativos.
Las labores de los asesores de
formación suelen consistir en: 1) organización, ponencia, seguimiento y
evaluación de actividades regladas de formación; 2) asesoramiento a grupos de
profesores en el propio centro o profesores individuales; 3) búsqueda,
análisis, diseño y elaboración de documentación y materiales didácticos; 4)
realización de trabajos burocráticos y de gestión; 5) trabajo de coordinación y
formación interna en el seno de los CEPs/ y 6) otras actividades.
En cuanto a los agentes de apoyo
externo, de forma general, se puede establecer un cuadro comprensivo de las
principales asignaciones profesionales: 1) diseño, 2) planificación, 3)
investigación y análisis de información, 4) análisis y valoración de
necesidades, 5) evaluación, y seguimiento, 6) asistencia del desarrollo o
puesta en práctica de cambios, 7) diseminación, transferencia y enlace entre
los centros de conocimiento y recursos, 8) establecimiento de redes de contacto, 9) formación en
ejercicio, 10) desarrollo de capacidades para identificar y resolver sus
propias dificultades y 11) supervisión y control.
Las funciones no se realizan de manera
anárquica, se hace en torno a una serie de objetivos o dimensiones de trabajo,
se agrupan en ámbitos de acción:
Comunicación y conocimiento: entre los
propósitos y tareas de los asesores, el desarrollo de habilidades de comunicación
y conocimiento de los sistemas sociales desempeñan otras funciones:
1.
Establecer y mantener una comunicación
abierta
2.
Influencia mutua
3.
Clarificación de expectativas
4.
Legitimidad y credibilidad del asesor
Las funciones se pueden agrupar en
funciones de las diversas fases de los procesos de mejora. Los centros como
comunidades profesionales de aprendizaje han de seguir procesos cíclicos de
reflexión y mejora, en los que las funciones de asesoramientos se plasman de
manera diferencial.
Las funciones, con una perspectiva
global del proceso de desarrollo de los centros y los parámetros de
contextualización, flexibilidad y colaboración en condiciones de igualdad para
abordar las diferentes propuestas y problemáticas curriculares, se concretan de
forma clara en determinados momentos de desarrollo de la institución.
Las funciones del asesor dependen de
múltiples y complejos casos. El asesor debe asumir la función equilibrista,
capaz de permanecer en la perspectiva que se definen, cual es el camino que ha tocado
hacer en dicho proceso o con la orientación y presiones. Desde la práctica se
observa al asesor como un intruso, que propone programas de difícil
transferencia a su práctica y alejados de la realidad de la clase.
“Modelo
de proceso” o “La Tragedia de proceso de asesoramiento desde la colaboración”
una revisión desde la práctica
1. Transferencia democrática de la
cultura escolar
La labor crítica del asesoramiento se
reduce en plantear contradicciones que incurren al pretender una cosa y estar
haciendo otra; o la incoherencia entre distinto tipo de decisiones.
El asesoramiento colaborativo debe ser
primero coherente con sus propios principios, lo que implica colaborar no solo
con la forma de actuar, sino también con el contenido de la actuación. Esto
implica que la cultura de los centros debe construirse en clave democrática y
plasmarse en una idea de curriculum, de organización y desarrollo profesional
democráticos.
La relación de trabajo entre el asesor
y cada centro es el resultado, siempre inacabado, de un proceso de construcción
largo y complejo en el que se tiene que ir aclarando los compromisos, tareas,
finalidades, apoyos, recursos, tiempos, etc. Que cada uno está dispuesto a
asumir o dedicar al proceso de cambio del centro.
Otro problema que suele plantear
problemas es que la relación de trabajo se plantea entre el asesor y el centro,
por lo tanto es una relación con la institución. Cuando se construye la
relación de trabajo entre el asesor y el centro es muy importante poder
concretarla de forma práctica en un proceso de trabajo en el que las tareas, y
las estrategias y técnicas para realizar, estén bien identificadas.
El modelo de proceso mantiene un
énfasis en el aspecto más importante del trabajo colaborativo: la generación de
procesos y actitudes facilitan en las instituciones educativas la transformación
de sus culturas.
Los procesos de participación,
implicación, y compromiso y deliberación y decisión conjunta, constituye la estructura social, los valores
más de carácter organizativo, sobre la que se asienta el trabajo colaborativo.
La participación de todos los miembros de la comunidad educativa con la que se
trabaja es una meta irrenunciable. La transformación de la cultura escolar debe
abordar decididamente otro proceso imprescindible para llevar a cabo los
cambios que necesita esa transformación. El asesoramiento debe procurar que el
profesorado realice tareas más convenientes en cada momento, pero también que
comprenda su naturaleza y sentido para que las pueda plantear y resolver
autónomamente, sin necesidad de que el proceso de mejora esté dinamizado por el
asesor, ni siquiera que esté presente físicamente.
El análisis y la revisión crítica de
la escuela suele ser el punto de partida que desencadena todo el proceso. Esta
revisión se puede realizar a toda escuela como un todo o alguna dimensión,
aspecto o ámbito de la misma. La
“categorización” y la “priorización” son dos procesos básicos, en lo colectivo,
con la ayuda del asesor, continua profundizando en el conocimiento de sus
realidades a través de la declaración de
ideas y conceptos.
La búsqueda de soluciones y
alternativas sobre un ámbito de mejora escolar considerado como un problema es
muy complejo. Es el momento en el que salen a la luz las posibles soluciones,
con sus matices diferenciales, que pueden ser llevadas a la práctica para
intentar resolver el problema en cuestión.
Por otro lado, el autor habla sobre la
planificación, en la cual dice que es un embozo de la acción suficientemente
claro e ilustrativo. La planificación, desde esta perspectiva no tiene sentido
como documento escrito, por muy bien estructurado que pudiera resultar su
diseño. Planificar es también tomar decisiones sobre las acciones que serán
llevadas a cabo con los alumnos. La colaboración podría hacerse extensible a
los alumnos, planificar no solo es cosa de los profesores.
El asesoramiento colaborativo debe
potenciar procesos que facilitan el aprendizaje de la práctica. Mantener los
compromisos adquiridos al principio del mismo se convierte en un reto tanto
para los asesores como para los profesores. Es un buen momento para potenciar
el intercambio profesional, para facilitar apoyo sobre las varias dificultades
que se plantean en el desarrollo de los planes educativos.
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